A LAS PUERTAS DEL UBÉRRIMO

por Iván Cepeda Castro

Clodomiro Castilla fue asesinado cuando leía un libro en la terraza de su casa. Dos hombres forzaron la entrada de su vivienda y le propinaron nueve tiros.

Lo conocí en una de las visitas que hice a Montería en la época en que estaba escribiendo, junto con Jorge Rojas, el libro A las puertas de El Ubérrimo. Clodomiro era un reconocido periodista en la ciudad. Después de haber consagrado años a la radio, dirigía la revista El Pulso del Tiempo. Desde sus páginas hacía denuncias diarias sobre las numerosas evidencias de los vínculos de ganaderos y políticos con los grupos paramilitares, y sobre la corrupción en la administración pública de Córdoba. En las conversaciones que sostuvimos, me describió el ambiente que durante años había reinado en la ciudad y en el departamento.

La abierta complicidad con los paramilitares se había convertido en una especie de valor social que incluía la admiración a sus actuaciones y que se encarnaba en el monumento que, con dineros públicos, se erigió en un lugar céntrico de Montería. A los jefes de las AUC se les veía en todas partes, en los clubes sociales y patrullando las carreteras. Me decía que incluso era frecuente, en ese tiempo, oír que merodeaban en los alrededores de la hacienda El Ubérrimo, propiedad de Álvaro Uribe Vélez. Todo el mundo sabía cómo localizarlos. Me contó la historia de la finca La Capilla, ubicada a pocos minutos de Montería por la vía a Tierralta, que servía de centro de operaciones a Salvatore Mancuso. A mediados de la década de 1990, por allí desfilaban reconocidos personajes de la vida local: el ganadero Rodrigo García, el ex gobernador Jesús María López, el director del periódico El Meridiano de Córdoba William Salleg, entre otros.

Precisamente con este último, Clodomiro sostuvo una intensa polémica. Primero lo acusó de ser íntimo aliado de Mancuso y de ser su asesor de prensa. Respaldó su afirmación con una conversación grabada que entregó a las autoridades competentes, y recordó que años atrás, William Salleg y su padre, aparecieron en la lista que la Fiscalía había elaborado con los nombres de 615 presuntos financiadores de las AUC. Luego lo acusó de robar tierras a campesinos con el respaldo de bandas armadas. Estas denuncias no sorprendieron a nadie en Córdoba, pues en El Meridiano se hacía constante apología de la causa paramilitar y aparecían fotos de la familia Salleg con miembros del clan Mancuso. Para el décimo aniversario del periódico se lanzó una promoción en la que con la suscripción los lectores obtenían gratis un ejemplar de la biografía Mancuso, su vida.

Pese a todos estos hechos, el presidente Uribe –quien ha ofrecido, como es habitual, una recompensa para quienes suministren información sobre los autores del asesinato de Clodomiro- nunca ha ocultado su simpatía hacia la labor periodística de El Meridiano, que considera un diario dedicado “a la causa de los pobres y los débiles”, “insobornable frente al delito, insobornable frente a la corrupción, insobornable frente a la venalidad e insobornable frente a los malos gobiernos”.

La noticia que da cuenta de la muerte del director de El Pulso del Tiempo fue presentada en primera página de esa publicación “insobornable” como el fin previsible de un delincuente y extorsionista. Pero ese no es más que un intento por justificar la eliminación de un comunicador que fue, él sí, intransigente con la criminalidad. Clodomiro Castilla se suma a la larga lista de ciudadanos que han pagado con su vida el condenar los aparatos mafiosos que controlan la sociedad cordobesa. A esa lista pertenecen las líderes de las mujeres desplazadas Yolanda Izquierdo, quien reclamó para los campesinos 800 hectáreas de la finca Las Tangas, y Ana Isabel Gómez, asesinada por denunciar que los municipios costeros de Córdoba se han convertido en puertos del narcotráfico de las estructuras paramilitares. Todo esto sigue ocurriendo a las puertas de El Ubérrimo.

tomado de El Espectador: http://www.elespectador.com/impreso/temadeldia/articuloimpreso194738-puertas-de-el-uberrimo

"CUANTO MÁS ALTOS SEAN LOS MUROS, MAS ALTOS SERÁN LOS SUEÑOS"

QUERIDOS LECTORES DE ESTE BLOG: AGRADECEMOS A TODOS EL APOYO A EL PROCESO QUE CONDUJO A LA ELECCIÓN DE IVÁN CEPEDA AL CONGRESO DE COLOMBIA. SOMOS CONSCIENTES DE QUE MÁS ALLÁ QUE UN VOTO POR UNA PERSONA, ES EL RECONOCIMIENTO A LAS LUCHAS DE TANTAS PERSONAS QUE SOÑARON Y SUEÑAN, COMO IVÁN, CONSTRUIR UN MEJOR PAÍS, UN PAÍS JUSTO Y DIGNO PARA TODOS Y CADA UNO DE LOS COLOMBIANOS.

¡Y VAMOS POR LOS DERECHOS!
(esta nota la escribe el administrador de este blog)


ENTREVISTA A IVÁN CEPEDA EN "LA SILLA VACIA"

UN HÁBITO DEMOCRÁTICO

Opinion On Line El candidato a la Cámara de Representantes por el Polo Democrático Iván Cepeda les responde a los usuarios que, en las comunidades de Semana.com, han criticado su trabajo a favor de los derechos humanos.
Iván Cepeda Castro

Realizar el trabajo de derechos humanos es una tarea que conlleva el debate público. El intercambio abierto de ideas y argumentos, en un ambiente de respeto, hace parte de un comportamiento ciudadano fundado en hábitos democráticos. Lamentablemente no es esa la condición actual de la sociedad colombiana en la que se ha sustituido la argumentación por campañas de desprestigio personal. Por eso no me sorprenden, ni inquietan las diatribas que ese tipo de campañas suscitan, y que en mi caso, se han plasmado en textos aparecidos en el espacio de comunidades de Semana.com, en la que participan centenares de usuarios.

Esa clase de reacciones de los particulares son comprensibles cuando en el terreno de la deliberación social son los gobernantes los principales incitadores al odio. ¿Podría acaso esperarse algo distinto si es el propio Presidente de la República –hoy saliente- quien ha impuesto como estilo predominante de la contradicción política el agredir a aquellos que disienten de sus actuaciones? Durante los largos ocho años de sus dos mandatos, hemos asistido a una cadena incesante de eventos caracterizados por la corrupción y el uso de métodos criminales que indefectiblemente terminan relacionados con figuras del Gobierno.

A quienes desde el periodismo crítico, el control político parlamentario, la defensa de los derechos humanos o la investigación judicial, han señalado las copiosas evidencias de las irregularidades que rodean al Presidente, a sus amigos, a sus socios y a sus familiares, se les ha calificado, en el mejor de los casos, de “cómplices del terrorismo”, se les ha sometido a toda clase de presiones y al espionaje. No se trata, como dicen los que defienden ese estilo de polemizar de Uribe, de la intemperancia propia de su carácter. En realidad, es la expresión de los rasgos esenciales de una personalidad autoritaria que reacciona ante la demostración pública de los procedimientos con los que ejerce su poder. Tuve la ocasión de experimentar ese tipo de reacción cuando me atreví a mostrar el entorno social en el que se encuentra su hacienda El Ubérrimo y a preguntar por el papel de su dueño en ese contexto.

Como defensor de derechos humanos he tenido la oportunidad de recorrer muchos lugares del país. Conozco de cerca su realidad; he escuchado atentamente las necesidades y clamores de numerosas personas y comunidades víctimas del Estado, de la iniquidad y de la guerra. Considero que erradicar los crímenes de lesa humanidad y todas las formas de violencia es una tarea imperativa. Y para ello se requiere, entre otras cosas, crear una cultura cívica que reconozca a las víctimas, que valore el respeto a la ley, que establezca la independencia de la justicia, que haga del ejercicio de los derechos y libertades fundamentales una práctica normal y cotidiana.

La sentencia de la Corte Constitucional que declara inexequible la reelección presidencial abre la posibilidad de una Colombia plural en la que se convierta en un hábito democrático el respeto a la libertad de pensamiento y de opinión.